La causa principal de la resistencia a los antibióticos es un uso inapropiado de los mismos, tanto en medicina humana como en la producción de carne y pescado.
La resistencia a los antibióticos es una de las amenazas más graves para la salud pública. Cada vez existe un número más amplio de bacterias que consiguen esquivar este tipo de tratamientos farmacológicos, desarrollados inicialmente por Alexander Fleming tras el descubrimiento casual de la penicilina. Naciones Unidas da hoy un paso de gigante al impulsar una alianza histórica contra este gran problema sanitario, que ya está detrás de 700.000 fallecimientos anuales, una cifra que podría aumentar en el futuro.
Los expertos señalan que el problema de la resistencia a los antibióticos se agravará si no se toman medidas urgentes para prevenir y frenar lo que algunos denominan «apocalipsis» bacteriano. La descripción no es exagerada: la sobreutilización de estos fármacos en ganadería y la mala utilización en medicina humana, al tomar antibióticos para tratar, por ejemplo, infecciones causadas por virus, han sido los factores que explican la existencia de microorganismos resistentes. A día de hoy, las más preocupantes son las conocidas como bacterias ESKAPE o multirresistentes (Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumanii, Pseudomonas aeruginosa y Enterobacter).
Por ejemplo, en Chile, el uso de antibióticos en la producción de salmón es mucho mayor que en Noruega, donde en los últimos años, la industria ha tomado medidas para reducir su abuso.
Otro ejemplo son las granjas avícolas dado que se alimenta a los pollos de forma rutinaria con una gran variedad de antibióticos, no solamente cuando tienen alguna enfermedad, sino como una práctica generalizada a lo largo de toda la vida de las aves para ‘mantenerlas sanas’.