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El biomagnetismo es una rama de la ciencia que estudia la sensibilidad y la reactividad de un ser vivo a los campos magnéticos. Un campo magnético es un campo de fuerza creado como consecuencia del movimiento de cargas eléctricas (flujo de la electricidad).
La Tierra es magnética y actúa como un imán gigantesco, tiene un polo norte en el Ártico y un polo sur en el Antártico. La magnetosfera, la capa más exterior de la atmósfera terrestre, protege la vida del planeta de las partículas y radiaciones del exterior que le son perjudiciales.
Desde tiempos inmemoriales se han usado imanes con finalidades terapéuticas en culturas como la china, la hinduista, árabe o hebrea. En el antiguo Egipto, se cuenta que Cleopatra dormía con un imán en la frente para retrasar el envejecimiento. Galeno, médico griego cuyos puntos de vista dominaron la medicina europea por muchos siglos, utilizó imanes para tratar el estreñimiento y dolores de diversa índole. Alejando de Trales, eminente médico del siglo VI, colocaba imanes para el dolor articular. Avicena, médico y filósofo persa, trataba la depresión con magnetos. Paracelso, médico, alquimista y místico, postuló que la Tierra era un gran imán. El médico estadounidense J. Thatcher en 1886 exponía que la energía vital provenía de la fuerza magnética solar y era transportada a través del flujo sanguíneo por su alto contenido en hierro. Linus Pauling, premio Nobel de Química en 1954, descubrió las propiedades magnéticas de la hemoglobina, proteína trasportadora del oxígeno en la sangre.
El Par Biomagnético es un sistema terapéutico desarrollado por el médico mexicano Isaac Goiz Durán, a partir de 1988. El Dr. Goiz es autor de diversos libros como El Fenómeno Tumoral, El Par Biomagnético, El Par Biomagnético: Hongos Virus, Bacterias y Parásitos, en los que expone sus descubrimientos y nuevos conceptos sobre biomagnetismo.
La terapia consiste en encontrar, mediante un testaje kinesiológico o rastreo, los puntos energéticos alterados que producen disfunción o alteración en tejidos, órganos o funciones del organismo. Después se aplican los imanes en las zonas afectadas, en polaridad positiva o negativa, según corresponda, para corregir la alteración iónica causante de la dolencia. Los imanes normalizan la bioelectricidad del cuerpo, equilibran el pH celular y su entorno, ayudan a desintoxicar el organismo y posibilitan el reconocimiento de microorganismos patógenos por el sistema inmune.
Los imanes permanecen colocados en el cuerpo entre 15 y 20 minutos. Se posicionan por pares con polaridad opuesta en los puntos de desequilibrio y con el método diseñado por el Dr. Goiz.
El polo positivo es dinamizador y vitalizante y el polo negativo es antiinflamatorio y analgésico. Existen diversos tipos de pares para contrarrestar bacterias, hongos, virus y parásitos. También pares para disfunciones, pares emocionales etc. Pero lo ideal es hacer el rastreo completo para equilibrar a la persona en su totalidad. Es una terapia integrativa.
Se recomienda hacer un segundo rastreo en una semana aproximadamente. Y, según la gravedad de la dolencia, pueden ser necesarias 6 sesiones o más. Y hacer un seguimiento, cada 4 o 6 meses. Hay que comprender que los imanes por sí mismos no curan, es la persona la que se va restableciendo de su dolencia con la aplicación del Par Biomagnético y los cuidados adecuados. La salud es un proceso.
Pueden tratarse todo tipo de personas, tanto niños como ancianos. Esta técnica es compatible con cualquier otro tratamiento, tanto alternativo como alopático. La única excepción son personas que hayan recibido radio o quimioterapia, para quienes no está indicado.