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19/Sep/2024

Nunca como ahora ha sido tan importante dejar de consumir comida procesada

La alimentación sana con mucha fruta y verdura y grasas saludables, así como el ejercicio físico y la reducción de la ansiedad, son clave para hacer frente a los problemas intestinales provocados por el confinamiento.

Una de las primeras consecuencias de estar encerrados en casa es que nos movemos poco, mucho menos de lo habitual. Y esta falta de ejercicio físico afecta mucho en el aspecto digestivo, ya que afecta la movilidad intestinal. Hay muchas personas que estos días tienen estreñimiento, mientras que otros, por el contrario, tienen diarrea. Son unos trastornos que están muy vinculados a la falta de ejercicio y una salud emocional bastante afectada. Durante el primer período de confinamiento ha habido mucha ansiedad e incertidumbre y ahora parece que la cosa ha virado un poco hacia la resignación. De todo ello se ha resentido la salud emocional, lo que altera el tránsito intestinal.

En caso de estreñimiento hay que entender que esta respuesta del cuerpo viene dada por la falta de movimiento. Cuando el cuerpo se mueve, los músculos abdominales estimulan los intestinos para ayudarnos a evacuar. Por lo tanto, aunque estemos confinados, hay que hacer ejercicio, lo que a cada persona le vaya bien, aunque sea bailar. Una buena opción para casa son, por ejemplo, las torsiones y posturas invertidas del yoga.

Hay que consumir alimentos ricos en fibra, como frutas y verduras. Las legumbres son muy interesantes porque, además de aportar proteínas, tienen un alto contenido en fibra, así como los frutos secos. Asimismo, conviene priorizar el consumo de grasas saludables como los que podemos encontrar en el aceite de oliva virgen extra, el pescado azul y los aguacates. Las grasas saludables activan la vesícula biliar y esto estimula el tránsito intestinal. Además, conviene hidratar bien el cuerpo, eso sí, evitando las bebidas alcohólicas.

Y si el problema es la diarrea lo que aconsejo es que, en lugar de hacer tres comidas al día, se hagan más, y menos abundantes, repartidas a lo largo del día para que el sistema digestivo lo reciba y gestione para que no provoque diarrea. Debemos escoger alimentos adecuados, por ejemplo verduras como la zanahoria cocida, la patata, frutas como el plátano y la manzana. La manzana siempre debe ser rallada y dejar que oxide un poco para que libere más taninos que nos ayudan a controlar la diarrea. También es indicado el caldo vegetal y el té bastante infusionado, también rico en taninos.

 

La situación que vivimos puede hacer que despierte en bastantes personas el colon irritable muy relacionado con el estado anímico, con la situación emocional, pero hay un protocolo bastante concreto que calma la sintomatología. Se trata de hacer una dieta baja en Fodmap, que es la sigla en inglés de unos carbohidratos de cadena corta que fermentan mucho en el intestino. Así, cuando se tiene colon irritable, es necesario evitar frutas como la manzana y la pera, que son ricas en Fodmap. Deben evitarse a su vez los espárragos, alcachofas, garbanzos, tomar leche … Y aumentar los alimentos bajos en Fodmap, como berenjena, brócoli, almendras, calabacín, cítricos, frutas del bosque …

Con todo podemos llegar a la conclusión de que el coronavirus, aparte de los graves daños que puede provocar al sistema pulmonar, también impacta indirectamente en el aparato digestivo. Es frecuente que  ante  situaciones traumáticas  haya  malestares estomacales y digestivos. Algunos de estos problemas intestinales están muy vinculados a las preocupaciones, a las emociones y, en definitiva, a nuestro cerebro.
Hay un vínculo entre el cerebro y el intestino, que por eso se dice que es el segundo cerebro. Hay una comunicación constante y bidireccional entre el uno y el otro. Se afectan mutuamente. Al final es como un pez que se muerde la cola. Cuando sentimos angustia generamos más gases, vamos peor al baño y todo ello hace que nos angustiamos un poco más. Esta dinámica es muy difícil de cortar y sólo se puede hacer con una alimentación más sana, con ejercicio y rebajando el nivel de ansiedad intentando desconectar un poco de las malas noticias.
De todo ello, podemos sacar algo positivo, de esta crisis sanitaria. Con el confinamiento tenemos más tiempo para estar en la cocina y probar o renovar recetas, y es un buen momento para apostar por la alimentación sana. Nunca como ahora ha sido tan importante dejar de consumir productos procesados. Son unos enemigos para la salud que generan adicción, nos roban vitaminas y minerales, no aportan nada de fibra y provocan inflamación. Optemos por la comida real y saludable, reforzemos nuestro sistema inmunitario, hagamos ejercicio físico y salgamos un poco el balcón o asomémonos a la ventana para que nos dé el sol y ayude al cuerpo a generar vitamina D.

 

Entrevista a Pilar Rodrigáñez, autora del libro «Pierde peso y gana salud» publicada el 04/04/2020, en catalán, en el periódico http://www.elpuntavui.cat/

 


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19/Sep/2024

Los antiguos chinos utilizaban las semillas de cáñamo y el aceite extraído de ellas como alimento y medicina. Y hoy, aunque aún se emplean poco, se conoce bien su alto contenido nutricional, propio de un «superalimento «. Las semillas de cáñamo son las semillas de la planta Cannabis sativa, pero no contienen cannabioles ni tampoco el principal componente narcótico de esta planta, el THC.

Podemos encontrarlas como semillas de cáñamo con piel (cañamones), semillas peladas, en forma de aceite o las proteínas en polvo. Pero nos centraremos en las semillas peladas, que pueden añadirse a cualquier plato y consumirlas toda la familia.

Las semillas de cáñamo deben consumirse siempre peladas, ya que su cáscara es muy dura. Una vez peladas pueden consumirse directamente o añadirse a yogures, cereales de desayuno, emplearlas para elaborar barritas energéticas, etc.

Su combinación de proteínas, Hierro, Magnesio y vitamina E las convierten en un alimento muy valorado por los deportistas.

  1. Son ricas en proteínas vegetales, de fácil digestión y que, además, contienen todos los aminoácidos esenciales.
  2. Aportan ácidos grasos Omega 3 y 6, fundamentales para el organismo.
  3. En cuanto a minerales, destaca su contenido en Magnesio, un mineral imprescindible para la absorción del Calcio, además de ser un relajante muscular y contribuir a disminuir el cansancio y la fatiga.
  4. También contienen Hierro, por lo que resultan un buen alimento para vegetarianos y veganos.
  5. Contienen vitamina E, altamente antioxidante para proteger nuestra piel de los efectos nocivos de los radicales libres y del envejecimiento cutáneo prematuro.
  6. Por su alto contenido en fibra contribuyen a regular el tránsito intestinal.

 

Según un estudio de 2007 pueden prevenir una excesiva coagulación de la sangre y «proteger frente a derrames e infartos de miocardio provocados por coágulos». Sus componentes ayudan a reducir el colesterol y los triglicéridos, mejoran la elasticidad de los vasos sanguíneos e impiden que se acumule grasa en las paredes arteriales.

La American Chemical Society sostiene que sus altos niveles de ácido alfa-linolénico (omega-3) pueden ser beneficiosos en la «prevención de la enfermedad coronaria y el cáncer».

No existe un máximo recomendado de semillas, ya que carecen de contraindicaciones. Pueden comerlas personas con alergias a frutos secos o sensibilidad al gluten, la lactosa o el azúcar.

 

Fuentes:

https://www.elgranero.com/mejorar/6-propiedades-nutricionales-de-las-semillas-de-canamo/

https://www.cuerpomente.com/alimentacion/superalimentos/semillas-canamo_1296


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19/Sep/2024

 

No es ciencia ficción y aunque puede poner los pelos de punta, lo cierto es que es real y cada vez hay más pruebas de ello. La flora intestinal, la legión de microorganismos que habita nuestro intestino desde que llegamos al mundo hasta que lo abandonamos, también marca nuestro carácter y nuestro temperamento. En la actualidad,  sabemos que la microbiota intestinal es la encargada de cooperar con nuestro mecanismo de defensa a las enfermedades, de digerir componentes de la dieta e incluso del desarrollo neurológico. Además puede modularse a través de la dieta y el estilo de vida. La pérdida de equilibrio en la microbiota intestinal puede dar lugar a enfermedades como la obesidad, la inflamación intestinal y algunos trastornos neurológicos.

En la investigación realizada en la Universidad de Turku (Finlandia) publicada recientemente concluye que el temperamento del bebé se asocia a especies concretas de la flora intestinal. En el estudio han encontrado asociaciones entre determinadas composiciones del microbioma intestinal en bebés a las 10 semanas de edad, con el desarrollo de ciertos rasgos del carácter cuando el bebé ha cumplido seis meses. Los resultados se suman a un creciente conjunto de pruebas que relacionan las bacterias que habitan en el intestino, con el comportamiento y estado de ánimo de las personas.

En un estudio anterior de la Universidad Estatal de Ohio (EE.UU.), la investigadora Lisa Christian en un comunicado de prensa explicaba que  «Hay evidencia sustancial de que las bacterias intestinales interactúan con las hormonas del estrés, las mismas hormonas para las que se ha encontrado relación con enfermedades crónicas como la obesidad y el asma», y continuaba «El temperamento de una criatura nos da una buena idea de cómo reacciona al estrés. Esta información, combinada con un análisis de su microbioma intestinal, podría en última instancia ayudarnos a identificar oportunidades para prevenir problemas de salud crónicos».

En el estudio finlandés liderado por Anna Aatsinki se analizaron muestras de heces procedentes de 330 bebés lactantes con 10 días, posteriormente se volvió a realizar el mismo análisis cuando cumplieron los seis meses. También se realizó un cuestionario a las madres para conocer el temperamento de los bebés. En general, se determinó que una flora bacteriana más plural se asociaba a menor temor y emotividad negativa, se asoció que diferentes tipos de bacterias del ácido láctico guardaban relación con las emociones positivas como la alegría y la felicidad, esto puede delatar que en un futuro un bebé tenga una personalidad extrovertida.  El estudio también consideró otros factores que afectan significativamente a la diversidad de la microbiota, como la vía de alumbramiento del bebé (vaginal o cesárea) y la lactancia materna.

Un elevado nivel de bacterias como la Bifidobacterium y el Streptococcus, con un nivel bajo de bacterias Atopobium, se asoció a las emociones positivas, las emociones negativas se asociaron a las bacterias del género Erwinia, Rothia y Serratia. La reactividad del miedo se relacionó con un mayor número de bacterias Peptinophilus y Atopobium en la composición de la flora intestinal. Aunque se trata de un estudio observacional, resulta muy revelador, ya que no se sugiere causalidad en los descubrimientos, estos resultados dan pie a realizar nuevos estudios para intentar esclarecer los mecanismos subyacentes que dan lugar a estas asociaciones.

 

 

http://pequelia.republica.com/bebes/el-temperamento-del-bebe-se-asocia-a-especies-concretas-de-la-flora-intestinal.html

https://www.agenciasinc.es/Agenda/La-microbiota-intestinal

https://www.tendencias21.net/El-caracter-de-los-ninos-de-dos-anos-esta-relacionado-con-sus-bacterias-intestinales_a40575.html


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19/Sep/2024

No todos los alimentos que encontramos en el supermercado son lo que parecen. Por ejemplo, hay calamares que no son realmente calamares, palitos de cangrejo que no llevan cangrejo, yogures que no son yogures, y hasta supuesto caviar que no es más que una mala copia de los huevos de esturión de precios prohibitivos. Con el queso ocurre más de lo mismo: no todo el queso del súper es queso de verdad. De hecho, si no aparece la palabra queso en el envoltorio o la variedad de la que se trate (Emmental, Gouda o Cabrales, por ejemplo), lo más normal es que estemos ante otra cosa.
Los quesitos, esas pequeñas porciones que han formado parte de las meriendas de miles de niños desde tiempos inmemoriales, tampoco son exactamente queso. No al menos en el sentido más estricto del término, ya que los quesos tradicionales son elaborados única y exclusivamente con cuatro ingredientes básicos: leche, cuajo, fermentos lácticos y sal. Nada más. Eso sí, la legislación también permite que puedan etiquetarse como quesos aquellos productos elaborados a partir de nata o suero de mantequilla y que incluyan otros ingredientes tales como «colorantes o cultivos microbianos y levaduras y especias».
Dicho esto, la mayoría de quesitos que podemos encontrar en el supermercado ni siquiera incluyen la palabra «queso» en el envase. En el mejor de los casos podemos encontrar el término «queso fundido». ¿Y qué es el queso fundido?  «El producto obtenido por molturación, mezcla, fusión y emulsión, de una o más variedades de queso con o sin adición de leche, productos lácteos y otros productos alimenticios», dice el Real Decreto 1113/2006, que regula el etiquetado de los quesos y quesos fundidos. Es el caso de los quesitos o los tranchetes.
Para elaborar este tipo de alimentos la industria utiliza sales fundentes, compuestos que permiten mezclar distintas sustancias que dan lugar a este producto de textura y sabor blandos, que suele incorporar una gran cantidad de almidón y otros ingredientes poco deseables. «Aunque sabemos que los aditivos [como las sales fundentes] no son el problema, bien es cierto que cuanto mayor sea la proporción de otros ingredientes, menores serán los que verdaderamente nos interesan para un queso», explica el tecnólogo alimentos y divulgador Mario Sánchez.
De esta forma, tanto los tranchetes como los quesitos son variedades de queso que entrarían dentro del grupo de alimentos conocidos como ultraprocesados. Ya saben, todos esos productos tan poco recomendables, que se elaboran de forma industrial y que suelen incluir más de cinco ingredientes, entre los que se encuentran harinas refinadas, aceites vegetales refinados, azúcares añadidos y/o sal.
Fuentes:
 
https://www.elespanol.com/ciencia/nutricion/20191009/mentira-quesitos-sanos-realmente-queso/435207526_0.html?fbclid=IwAR2rS84Y_rb_9XfHOAnczubsApiYTSfBsFlPDs4GdrX8-1Yd2C1Z6Z-jo08
https://www.pequeocio.com

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19/Sep/2024

 

Casi todo el mundo sabe que el déficit de ácido fólico es la principal causa de daños durante el desarrollo fetal. Pero no es tan conocida su incidencia en la salud cardiovascular. Una dieta vegetal variada y rica en esta vitamina abre una nueva línea terapéutica en la prevención y el tratamiento de los trastornos cardiovasculares.

Como indica su nombre, esta vitamina del grupo B –la B9– abunda en los vegetales: hojas verdes, legumbres, frutos secos y cereales. Actualmente, la escasez de vegetales en la dieta de muchas personas hace que no se cubran los mínimos diarios.

EL ÁCIDO FÓLICO REGULA LOS NIVELES DE HOMOCISTEÍNA

El ácido fólico es esencial para neutralizar los altos niveles de homocisteína en el plasma sanguíneo. Cuando se abusa de alimentos de origen animal, se puede llegar a consumir el doble de las proteínas que se necesitan. Y, con ellas, de metionina, el aminoácido del que se deriva la homocisteína. Esta facilita el depósito y calcificación de lípidos en las arterias, que se van volviendo rígidas.

Un exceso de homocisteína está vinculado a enfermedades coronarias, vasculares cerebrales y de las extremidades inferiores, así como trombosis venosa, insuficiencia renal, demencias o Alzheimer.

La elevación de la homocisteína no depende del colesterol o la presión arterial, la diabetes o el tabaquismo, pero su efecto se potencia en combinación con ellos. Sí influyen factores genéticos, la edad y los hábitos de vida.

Pero el elemento determinante es la dieta y, en concreto, la carencia o abundancia de vitamina B9, tan importante para eliminar la homocisteína. Además actúa en colaboración con las vitaminas B6 y B12, que también debemos asegurarnos.

La presencia de ácido fólico en el plasma reduce el exceso de homocisteína, lo que se traduce en una mejor vasodilatación arterial, menor oxidación del colesterol LDL o «malo», mejor coagulación y agregación plaquetaria, y mayor flexibilidad de los vasos sanguíneos.

DETECTAR LAS DEFICIENCIAS DE ÁCIDO FÓLICO

Las necesidades de ácido fólico aumentan durante el embarazo y la lactancia. También en enfermedades como las inflamatorias, la insuficiencia renal, el hipertiroidismo, la psoriasis, el cáncer, el tabaquismo y los tratamientos con ciertos fármacos.

Las deficiencias se detectan con un análisis de sangre, rutinario en embarazadas y otras personas con riesgo. El rango normal se sitúa entre los 2,7 y los 17 nanogramos por mililitro. Conviene revisar también los niveles de vitaminas B6 y B12, pues su acción metabólica suele ser colaborativa.

 

Alimentos ricos en ácido fólico

 

1. Hojas verdes y verduras

Las verduras de hoja verde, como la rúcula, las espinacas, la endibia, la lechuga, los berros, las acelgas o la col, son algunos de los alimentos más ricos en ácido fólico.

También lo es el perejil, aunque se consuma en menor proporción. Preparar ensaladas verdes con lechugas de diferente hoja y espinacas, por ejemplo, es una baza segura para obtener ácido fólico. El perejil puede añadirse picado a verduras y sopas.

El ácido fólico también está presente en otras verduras como el brécol, las coles de Bruselas, el espárrago, el puerro o la alcachofa. Y las algas, sobre todo, agar-agar, espirulina y clorella.

Cocinarlas al vapor es una buena opción, porque es rápida y evita el contacto del agua con los alimentos.

2. Legumbres

Las judías o alubias, los garbanzos, la soja y los guisantes son algunas de las legumbres que vale la pena incluir en la dieta si se desea, entre otras cosas, aumentar el consumo de ácido fólico.

3. Aliños, aderezos y frutos secos

Ensaladas y verduras pueden aderezarse con levadura de cervezagermen de trigosalsa de sojamiso (paté de soja fermentada) o gomasio (sésamo con sal).

Puede añadirse al aliño semillas trituradas, sobre todo pipas de girasol y calabaza. La castaña, la nuez, la avellana y la almendra también aportan cantidades considerables de ácido fólico. Además de consumirse como tentempié, pueden añadirse triturados a la ensalada o a sopas y cremas. Pueden hacerse bocadillos untados con mantequilla de cacahuete o de sésamo, o rellenarse con hojas de lechuga, rúcula o espinacas.

4. Cítricos y aguacates 

Sobre todo las naranjas, pero también las papayas y las fresas. El aporte es intermedio pero si se lo suma a otros alimentos, pueden venir muy bien, sobre todo si se consumen en el desayuno. 

El aguacate además de ácido fólico  y ácidos grasos. Una taza de esta fruta nos aporta el 30 %, aproximadamente, de lo que precisamos a diario.

5. Cereales integrales

Tienen más ácido fólico que los refinados. Destacan los copos de trigo inflados, pero también el centeno.

6. Alimentos de origen animal

Y aunque los alimentos de origen animal no contienen las mismas cantidades importantes de ácido fólico que los vegetales, algunos también constituyen una fuente de vitaminas del grupo B que merece la pena tener en cuenta:

  • Hígado de pollo, pavo o ternera, alimentos muy ricos también en vitamina A.
  • Mariscos y pescados azules, perfectos además para combatir la anemia que algunas mujeres sufren durante el embarazo.
  • Lácteos: queso y yogur

https://www.cuerpomente.com/alimentacion/nutricion/mejores-fuentes-acido-folico_816/3

https://www.cuerpomente.com/alimentacion/nutricion/acido-folico-colesterol_1431


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19/Sep/2024

Los miles de millones de bacterias que habitan en el intestino pueden ayudar a regular todo el organismo, desde la capacidad de digerir los alimentos hasta el funcionamiento del sistema inmunológico. Pero la ciencia sabe muy poco aún de cómo ese sistema, conocido como  microbioma, cambia con el tiempo, o incluso de cómo es un microbioma «normal». Actualmente, los estudios sobre las bacterias intestinales de miles de personas en todo el mundo han llegado a una conclusión: El microbioma es un reloj biológico sorprendentemente preciso, capaz de predecir la edad biológica de la mayoría de las personas.

Para descubrir cómo cambia el microbioma con el tiempo, el investigador de longevidad Alex Zhavoronkov y sus colegas de InSilico Medicine, una nueva empresa de inteligencia artificial con sede en Rockville, Maryland, examinaron más de 3600 muestras de bacterias intestinales de 1165 individuos sanos que viven en todo el mundo. De las muestras, alrededor de un tercio eran de personas de 20 a 39 años, otro tercio de personas de 40 a 59 años y el último tercio de personas de 60 a 90 años.

Los científicos entonces utilizaron el aprendizaje automático para analizar los datos. Primero, entrenaron su programa de computadora -un algoritmo de aprendizaje profundo modelado vagamente sobre cómo funcionan las neuronas en el cerebro- en 95 especies diferentes de bacterias del 90% de las muestras, junto con las edades de las personas de las que provenían. Luego, pidieron al algoritmo que predijera las edades de las personas que proporcionaron el 10% restante. Su programa fue capaz de predecir con precisión la edad de alguien dentro de los 4 años, informan en el servidor de preimpresión bioRxiv. De las 95 especies de bacterias, 39 fueron las más importantes para predecir la edad.

Zhavoronkov y sus colegas encontraron que algunos microbios se volvieron más abundantes a medida que la gente envejecía, como Eubacterium hallii, que se cree que es importante para el metabolismo en los intestinos. Otros disminuyeron, como Bacteroides vulgatus, que se ha relacionado con la colitis ulcerosa, un tipo de inflamación en el tracto digestivo. Los cambios en la dieta, los hábitos de sueño y la actividad física probablemente contribuyan a estos cambios en las especies bacterianas, dice el coautor Vadim Gladyshev, un biólogo de la Universidad de Harvard que estudia el envejecimiento.

Zhavoronkov dice que este «reloj de envejecimiento microbiano» podría ser usado como una línea de base para probar qué tan rápido o lento está envejeciendo el intestino de una persona y si cosas como el alcohol, los antibióticos, los probióticos o la dieta tienen algún efecto sobre la longevidad. También se podría utilizar para comparar a las personas sanas con las que tienen ciertas enfermedades, como el Alzheimer, para ver si sus microbios se desvían de la norma.

Si la idea es validada, se uniría a otros biomarcadores que los científicos usan para predecir la edad biológica, incluyendo la longitud de los telómeros -las puntas de los cromosomas implicados en el envejecimiento- y los cambios en la expresión del ADN durante la vida de una persona. Combinar el nuevo reloj de envejecimiento con estos otros podría dar una imagen mucho más precisa de la verdadera edad biológica y la salud de una persona. También podría ayudar a los investigadores a probar mejor si ciertas intervenciones -incluyendo medicamentos y otros tratamientos- tienen algún efecto en el proceso de envejecimiento. «No es necesario esperar a que la gente muera para realizar experimentos de longevidad», dice Zhavoronkov.

La idea de que se puede predecir la edad de una persona basándose en su microbioma intestinal es «muy plausible» y de «tremendo interés» para los científicos que estudian el envejecimiento, dice el informático e investigador de microbios Robin Knight, director del Centro para la Innovación en Microbiomas de la Universidad de California en San Diego. Su grupo está analizando 15.000 muestras del American Gut Project, un estudio microbiológico mundial que él mismo fundó, para desarrollar predictores de edad similares.

Pero uno de los desafíos de desarrollar tal reloj, agrega, es que hay enormes diferencias en las que las bacterias están presentes en las tripas de las personas de todo el mundo. «Es extremadamente importante replicar este tipo de estudios con poblaciones marcadamente diferentes» para averiguar si hay signos distintos de envejecimiento en diferentes grupos de personas, dice Knight.

Dice que tampoco se sabe si los cambios en el microbioma hacen que las personas envejezcan más rápidamente, o si los cambios son simplemente un efecto secundario del envejecimiento. InSilico Medicine está construyendo varios relojes de envejecimiento basados en el aprendizaje automático que podría combinarse con el microbiano. «La edad es un parámetro muy importante en todo tipo de enfermedades», dice Zhavoronkov. «Cada segundo cambiamos».

 

https://www.sciencemag.org/news/2019/01/bacteria-your-gut-may-reveal-your-true-age


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